Hojas de Otoño cayendo en suelo y,
mis presos sentimientos cayendo
en la libertad de mis versos.

Lectores

viernes, 14 de noviembre de 2014

Pensamiento.






La música no piensa, siente.
La voz no decide hablar, pero balbucea.
Mis manos no eligen el teclado ni mis pies los caminos que piso.
Nada, absolutamente nada en mí es libre de mí. 

sábado, 21 de junio de 2014

Caminar o caer o parar

Caminas sobre una cuerda que viene desde el infinito, y llega, más allá del infinito. Parte de la nada, caminas en el todo,  pero quién sabe si el final es el todo, o es la nada y se cierra el ciclo.

Caminas y si, tú eres el que camina y  no yo y más que caminar, equilibras  y a oscuras, en un lugar suspendido en el tiempo donde apenas circula aire y  sólo a veces. Ráfagas, brisas frescas que te hacen balancear peligrosamente u otras de aire caliente que bañan de luz cálida el entorno y hacen que de pronto, la cuerda parezca más ancha y puedas dar pasos más confiados. Golpes de esperanza que sólo de vez en cuando se muestran. Porque mientras y a veces, hablas perdido. Sin saber si volver a la nada, pararte en el punto exacto del todo eternamente -lo cual es inviable, pues la posición estática es difícil de sostener en cuerpos humanos- o seguir hacia delante y arriesgarte. Y eso, sin mirar hacia abajo, que de dar un paso en falso, o de balancearte de más por una ráfaga de aire, el abismo ganaría a estos terminos opuestos. Habría que inventarse un término que explicase la ya no existencia, y tal vez eso sea muerte y eso sea más allá del todo y la nada.

Pero claro eres tú el que transita por este lugar y no yo, porque es más fácil creerlo así y porque es más fácil imaginar que eres tú y no enfrentarme al miedo de creer que el pie que tropezó fue el mío y el grito expresando perdida, sorpresa y pánico, y la cabeza situada en mal ángulo rodeada por un charco rojo rubí, son tuyos y no míos. Porque es más facil creer que eres tu en esa situación y que yo vuelo y yo tengo el control.

martes, 20 de mayo de 2014

Hielo





Vivo en un desierto helado, donde a su paso las lágrimas se van congelando y 
el calor desprendido de cada aliento o suspiro se agota y se dispersa y solo forma el humo previo a la desesperanza, donde las ondas son de baja frecuencia y la voz no viaja y se transmite y como consecuencia queda en muerte muda el llanto.

El dolor es callado tirano que extiende su reino sin armar revuelo, tan solo con paso firme, decisivo, constante.
Nadie cuestiona su mandato, su ley. Ni planta ni animal ni humano.

Parece que lo único que se mueven son mis ojos,
que observan el revoloteo de los copos y como estos se funden en lo que atrás fue caliente arena seca.
La vista cae en la rutina y a veces duerme y otras mira, unas mira y otras duerme,
sin poderse apreciar diferencia entre ambos letargos.





Alejandra Meza

sábado, 26 de abril de 2014

Proyecto de AE. "Do-do-re-do-re"

Al ritmo del lento quemar de la madera en la chimenea trataba de escribir una carta sin destinatario. En aquel  despacho de mesa caoba y de estanterias repletas de libros - quienes eran testigos callados ,de rostro inmutable, de una vida solitaria de arrepentimiento, de  castigo autoimpuesto, de lamento y remordimiento-.
Se inclinaba ante el papel en blanco de tal manera que mecánicamente debía alzar la mano para volver a colocarse las gafas, que iban resbalando por el peso y la gravedad. Palabras que en su muerte habían de pronunciar a falta de que otra persona las pensase si quiera por él..

Era gracioso ver la escena.Tan acogedora y familiar que uno solo se la puede imaginar de esta manera. Un hombre de ojos cansados, mirada perdida oteando en el horizonte por la palabra adecuada. Sin embargo no sabía como empezar la carta. Escribía,arrugaba y tiraba.


Y ahora, narro una vida de arrepentimiento y de huida en el trabajo, entre cuerpos. Ramón recuerda vívidamente cuando decidió ser tanatopractor. Había tenido un amor de juventud que por descuido y desenfreno terminó por acabar bruscamente con su juventud. Y a sus 18 años, tuvo que plantearse abandonar sus sueños. Podría haber sido un cantante prometedor pero todos le decían de sentar la cabeza, de buscar un trabajo para mantener a su futura esposa e hija. Y así lo hizo, emocionado pero también frustrado. Achacaba a la futura criatura el final de sus sueños y cada vez que le invitaban a un concierto y acudia  no podía evitar añorar algo que enrealidad  nunca había tenido, y deshacerse de  la sensación agridulce de no haber saboreado un escenario. Poco a poco se fue convirtiendo en su droga, en su única forma de escapar. Y cada vez que llegaba a casa, ignoraba a su esposa e hija. Le daba el dinero justo a su mujer para la comida mientras el ahorraba cada centavo para poder al fin comprarse una guitarra.

 Siempre acudía a su cuarto de composiciones, cuatro paredes, una mesa destartaleda y dos estanterias completamente vacías. Como cualquier artista, derramaba sus sentimientos. Convertía su frustación en letras que te transportaban a otros mundos, a su mundo. Cada noche  su hija  se quedaba despierta , esperando que su padre se encerrase en su cuarto y poder asi oir aquella "nana" antes de dormir.

 Una vez sus deseos fueron incontenibles, no pudo evitar llamar la puerta de discográficas, acudir a bares ofreciendo sus servicios, conseguir alguna que otra actuación y poco a poco ir creciendo. Irse de viaje. Hacer castings por el mundo.

 Cumplir su sueño era importante y de vez en cuando, hablar con su mujer por teléfono. Y su mujer, si el bien se llamaba Ramón Tejuales Martinez y ella Alicia Ferrandiz Guasp, tuvo que salir adelante sola. Deslomarse para poder mantener a su hija. Y ésta, no podia más que sentir la ausencia de su padre y tratar de que le dedicase la misma atención. Una noche de las que casualmente Ramón estaba en casa después de  una de sus muchas desapariciones, decidió darle una sorpresa. Llevó la guitarra nueva de su padre a su cuarto. Cenando en silencio y con regocijo escribiendo una canción para él. El lápiz cayó. Ella se inclino para cogerlo y perdió el equilibrio. Sonido estrepitoso y guitarra rota.  Ramón gritó, reprochó, dijo de todo.Y se fue.

En la parada de bus su móvil sonaba y sonaba y el no lo cogía. Al segundo día no tuvo más remedio que contestar y al contestar, no tuvo más remedio que volver.

  Cuando le mostraron el cadaver de su hija, sin camuflar apenas los cortes de las muñecas y ni una sola cicatriz, tan solo pudo sentir odio. Odio por si mismo, repugna e impotencia. Lo mismo que cuando vio el cadáver de su mujer a la par, que tras ver a su hija muerta entre sus brazos no pudo otra cosa que hacer lo mismo , pues su razon de vivir se había ido.

Había elegido ser tanatopractor a sus 29 años. Trataba de camuflar la muerte de alguna forma a las familias. Y entro en un pozo de condena y poco cuidado. Le descubrieron una enfermedad terminal de la cual se negó a tratar.  Ahora a sus 67 años, a punto de jubilarse y sabiendo que de morir nadie escribiría unas últimas palabras, las escribía él.Y al final vino la inspiración y aquello que debía ser pronunciado el lecho de su muerte:

"                    

Do-do-re-do-re-mi-fa-sol-sol-mi-sol-sol-la-la-sol-fa-mi-mi-mi-re-mi-fa-si`-do-la-si-do-re-la-si-re-la-do.

Por María Tejuales Ferrandiz.  "






sábado, 19 de abril de 2014

Pensando...




Seguro que todos hemos deseado en algún momento volver  a ser infantes, y si no es asi, en algún momento del futuro probablemente lo desearemos. La cuestión es por qué. Mayoritariamente queremos retroceder en el tiempo porque el presente nos supera de alguna forma, no queremos afrontarlo o no somos capaces de encontrar de manera tan sencilla aquello que nos hacía felices. Pero sinceramente : ¿Cuando entonces eramos niños  los problemas de aquella época no nos superaban? O ¿Es que el llanto desconsolado por no querer dormir solo, ante la oscuridad y acudir a papá y mamá se ha borrado de la memoria? ¿Acaso no aprendimos a solucionar los problemas yendo de la mano del tiempo y de la vida y su pasar?

Es eso, aprendimos. Pero aprendimos con ojos curiosos, con la sorpresa del descubrimiento, con la expectación. Con la capacidad de sonreir sin motivo, solo por sonreir, de tal forma que el sonreir era el rostro habitual con el cual enfrentar al mundo. En el presente por el contrario,  la actual  máscara - que si bien  aún se encuentra en parte expectante- no espera las mismas cosas y tan solo muestra un rostro liso, sin curva en los labios que  deje traslucir la verdad de las emociones. Esta máscara esta predispuesta a sentirse agobiada por buscar soluciones a problemas que aún no existen, a sentir el temor por su posible existencia o a irremediablemente darse cuenta de que no tiene sentido tal vez llevarla puesta pero desconoce u olvidó otra forma de mostrar su rostro al mundo. Porque mientras buscábamos nuestro lugar en este, maquillándonos tratando de tal forma ocultar aquello que no queríamos que el mundo viese, pensando en que seríamos juzgados, no aceptados, vistos como locos, cuestionados, aquello que  perdíamos era la capacidad de saber hablar. Y empezamos a acortar las cosas, a confundir los conceptos y llamar "problema" a una simple "enseñanza" o situación. Como la lección que nos enseñó que el fuego quema o que las rosas tienen espinas, o que a veces vale la pena unos arañazos en la rodilla si eso significa pasar una tarde con amigos jugando sin parar, de risas y pelotas y barro.

Al fin al cabo, la vida es tan solo una. Una sola profesora con tantos alumnos. Con muchas lecciones pero que en verdad no son tantas como creemos, al fin y al cabo lo que ocurre es que nos enseña lo mismo de tantas formas distintas que nos confunde. Creemos que la lección de la rosa, del fuego o de la rodilla no tienen nada que ver con el presente, cuan equivicados y perdidos y repito, confundidos estamos. Las lecciones son correctas lo que sucede es que aprendemos cosas que no se nos enseñan.

Despues de ver la gota de sangre tras haber cogido precipitadamente una rosa sin fijarnos, aprendimos a ser observadores, pero lo confundimos con ser cauto y la cadena de teléfono roto fue malogrando la palabra de forma que  de la ensanza nos quedamos tan solo con la cautela, con el juzgar, con el evitar, con que "no agarres una rosa que pincha" , en vez de observar. Y es muy importante observar todo tipo de situación. De la lección del fuego olvidamos el actuar, ser resolutivos y practicos y de el arañazo de la rodilla, que los sacrificios son actos que uno decide hacer por algo que merece la pena porque darán alegría o recompensa , y no actos impuestos que causan simplemente pena.

Si. Queremos volver a ser niños sabiendo todo eso. Como un alumno de bachillerato desea volver a la primaria porque solo se hacen sumas y restas pero solo porque el ya sabe sumar y restar. Dudo que queramos volver atrás desaprendiendo todo lo aprendido. Que situación tan idílica entonces, sería casi como nacer ya aprendidos. Pero más dificil que retroceder en el tiempo es darse cuenta que de lo que se trata es de ser niños de nuevo pero en el presente.

Alejandra Meza.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Proyecto de Adictos a la Escritura: Un final inesperado.

El muchacho se llamaba Santiago.
Su madre Amelia y su padre Salvador.
A los cinco años era un fanático del fútbol. Todos los fines de semana se levantaba entusiasmado, repleto de energía, saliendo de su mirada una y otra vez la misma pregunta con tono de súplica:"Papá vamos a ir al parque a jugar fútbol?" Corría como un rayo detras de la pelota, pero cuando se le escapaba y su padre hacía alguna jugada, lo observaba atentamente, estudiando como coordinar sus pies para poder hacer lo mismo. Mentalmente le ponía nombre a cada pase o juego de pies, como los superhéroes de los dibujos animados que decían el  nombre del ataque que lanzaban. A los siete, tenía ya la colección entera de los cromos de todos los equipos de fútbol. Tal vez tardaba dos horas en memorizar un párrafo de lengua, pero era capaz de soltar de qué equipo era tal jugador, cuantos goles había metido en cada temporada, las tarjetas que le habían sacado, por quién había fichado en tal época, cuando se había lesionado, en cuantos partidos ganados había jugado, etc. Con sus doce trajo su primer sobresaliente a casa. Sus padres le habían prometido meterlo en el equipo regional de fútbol si era capaz de mejorar sus notas. A los catorce años, sin avisar a su madre, se rapó entero. Esto fue resultado de las típicas tardes  de playa en la que los adolescentes no saben con qué divertirse y de pronto se les ocurre hacer apuestas. Cuando llegó a casa, con un gorro intentando pasar desapercibido, fue directo a su cuartp a pasarse la mano en donde antes habían estado sus rizos. No se arrepintió, había sido una locura pero peor hubiese sido echarse atrás. Obviamente no pudo ocultar su nuevo "look" más allá de la hora de la cena. Sus diecisiete fueron un desfase, una revolución que se podía resumir en fútbol, fiesta y comida. Salía con sus amigos a discotecas, a tontear con un par de chicas. El fin no era conquistarlas, sino provocarse entre ellos, a ver quién se quedaba con más números de teléfonos. Llegaba a su casa tan hambriento, que a veces se preguntaba dónde metía su cuerpo los bocadillos de tortilla de patata, tomate, atún, mayonesa y huevo revuelto que se comía. Su primera novia la tuvo con diecinueve. Fue ella, Natalia, quién logró que saliese de su estado de ánimo triste. Se había lesionado y ya no podía jugar al fútbol. Natalia lo animó. Le dijo que no tenía porqué dejar el mundo futbolístico por completo. Tenía más opciones, el arbitraje entre ellas. Su primera vez, fue unos meses más tarde de empezar con Natalia. Fue una experiencia torpe pero divertida, que tal vez rayó en lo absurdo debido a la vergüenza que ambos sintieron, y por cómo esperaban, a ver qué hacía el otro. Se fue a vivir con ella a los veintidós. Decidió estudiar una carrera universitaria. Después de un año viviendo juntos, Santiago estaba quemado ya de la vida en pareja y la convivencia. No hacían más que discutir y caer en un rutina pesada y deprimente. Alquiló un piso a medias con un par de amigos y se dedicó a disfrutar sus veintitantos. La mejor época de su vida.

El muchacho se llamaba Santiago, y se seguirá llamando de la misma manera por unos minutos más. Hasta después de que la pérdida de sangre lo deje inconsciente pero no más allá del último latido de su corazón. Es lo que sucede cuando estas en el lugar equivocado en el momento equivocado. Cuando te encuentras con un desalmado, a quién no le importa si eres Santiago o Carlos, y todo lo que hay detrás. Y todo por qué. ¿Un robo? ¿Un asesinato por ver algo que no debería haber visto? ¿Un daño colateral? ¿Un accidente? Qué más da. El resultado es un final abrupto, brusco y precipitado. Que no encaja, que distorsiana la idea. Santiago podría haber vuelto a los brazos de Natalia, o tintarse el pelo verde, o pintarse un chimpancé para combatir la soledad. Pero ahora, ya no, ya no podrá.






El proyecto de este mes consistía enbcoger la primera frase con la qje empezase un libro y desarrollar una historia distinta a partir de ahí. La mía ha sido :" El muchacho se llamaba Santiago" deL libro "El Alquimista" de Paulo Coelho.

jueves, 20 de febrero de 2014

Párpados.

Al mismo compás con el que poco a poco  se adueña la noche del día sin que éste lo vaya percibiendo, mis fieles párpados  caen inertes en estado de reposo y cobijan mi mirada y ser, y le dan un suspiro, un descanso, unas horas deshilachadas con las que poder soñar y evadirme. Cierran la puerta exterior y  no veo más la sombra de mis miedos en mi día rutinario, pues aún estando cansados y aburridos de estar siempre presentes siguen posando, firmes,cuáles estatuas de mármol.
Cuando la primera caricia solar que anuncia el día atraviesa mi ventana, y con  susurros engañosos trata de convencer a mis entrelezadas pestañas soltarse del prieto abrazo en el que se encuentran sumergidas, una pequeña lágrima se desliza entre ellas.

La esencia de la vida  recorriendo mi rostro. Una gota que concentra todo lo que mis ojos vieron hasta el momento, todo lo que soñaron, lo que sufrieron, lo que disfrutaron, lo que les gustaria cambiar, lo que nunca vieron, todas las esperanzas e ilusiones convertidas en polvo, toda la necesidad, la debilidad y fragilidad de mi interior asi, como la fuerza que me transmite, el instinto de supervivencia que me enseña pues ella, débil lágrima de vida efímera, se agarra a todo lo que haya a su paso para no caer de mi mentón dejando surcos de enseñanzas  a través de  gráciles movimientos , y me despierta y me indica que el nuevo día ha comenzado.

Que es hora de abrir los ojos y  empezar a ver mis miedos y ser capaz de ponerles nariz de payaso, pintarles bigotes a esas frías  estatuas, porque nunca se irán y hay que aprender a convivir. Y cuando su compañía me haya agotado, y haya vaporizado cada nota de humor para hacerles frente, vendrán mis párpados fieles a reposarse inertes sobre mi mirada y ser, como cuando la noche poco a poco se va adueñando del día, sin que este lo perciba.

lunes, 13 de enero de 2014

Sin palabras




He de confesarte que me ocurre
 algo extraño y desconcertante
cada vez que atrapas mi mirada:

Palabras que antaño conocí
 furtiva e inesperadamente
entre las deshoras de la noche
y grandes  autores olvidados,
bajo el cálido sol de verano
 a resguardo de cualquier reproche, 
en momento de inmensa paz o caos,
simplemente expiran y  alzan vuelo.

 Cuerpos de tinta negra grabados
en la piel gastada de mis dedos,
que entre suspiros de admiración
 absorbía- como el sediento
de lengua seca que avista  nube-
las letras con gran ansia y hambre
y volvía a páginas anteriores,
viendo su desfile una y otra vez,
pronunciándolas, musitando
 entre labios de vida nocturna
mi vida, sangre, alma y existencia,
simplemente expiran y alzan vuelo.

Me dejan indefensa, sin nada,
sin referencias,sin qué decir.



Alejandra Meza