Hojas de Otoño cayendo en suelo y,
mis presos sentimientos cayendo
en la libertad de mis versos.

Lectores

sábado, 26 de abril de 2014

Proyecto de AE. "Do-do-re-do-re"

Al ritmo del lento quemar de la madera en la chimenea trataba de escribir una carta sin destinatario. En aquel  despacho de mesa caoba y de estanterias repletas de libros - quienes eran testigos callados ,de rostro inmutable, de una vida solitaria de arrepentimiento, de  castigo autoimpuesto, de lamento y remordimiento-.
Se inclinaba ante el papel en blanco de tal manera que mecánicamente debía alzar la mano para volver a colocarse las gafas, que iban resbalando por el peso y la gravedad. Palabras que en su muerte habían de pronunciar a falta de que otra persona las pensase si quiera por él..

Era gracioso ver la escena.Tan acogedora y familiar que uno solo se la puede imaginar de esta manera. Un hombre de ojos cansados, mirada perdida oteando en el horizonte por la palabra adecuada. Sin embargo no sabía como empezar la carta. Escribía,arrugaba y tiraba.


Y ahora, narro una vida de arrepentimiento y de huida en el trabajo, entre cuerpos. Ramón recuerda vívidamente cuando decidió ser tanatopractor. Había tenido un amor de juventud que por descuido y desenfreno terminó por acabar bruscamente con su juventud. Y a sus 18 años, tuvo que plantearse abandonar sus sueños. Podría haber sido un cantante prometedor pero todos le decían de sentar la cabeza, de buscar un trabajo para mantener a su futura esposa e hija. Y así lo hizo, emocionado pero también frustrado. Achacaba a la futura criatura el final de sus sueños y cada vez que le invitaban a un concierto y acudia  no podía evitar añorar algo que enrealidad  nunca había tenido, y deshacerse de  la sensación agridulce de no haber saboreado un escenario. Poco a poco se fue convirtiendo en su droga, en su única forma de escapar. Y cada vez que llegaba a casa, ignoraba a su esposa e hija. Le daba el dinero justo a su mujer para la comida mientras el ahorraba cada centavo para poder al fin comprarse una guitarra.

 Siempre acudía a su cuarto de composiciones, cuatro paredes, una mesa destartaleda y dos estanterias completamente vacías. Como cualquier artista, derramaba sus sentimientos. Convertía su frustación en letras que te transportaban a otros mundos, a su mundo. Cada noche  su hija  se quedaba despierta , esperando que su padre se encerrase en su cuarto y poder asi oir aquella "nana" antes de dormir.

 Una vez sus deseos fueron incontenibles, no pudo evitar llamar la puerta de discográficas, acudir a bares ofreciendo sus servicios, conseguir alguna que otra actuación y poco a poco ir creciendo. Irse de viaje. Hacer castings por el mundo.

 Cumplir su sueño era importante y de vez en cuando, hablar con su mujer por teléfono. Y su mujer, si el bien se llamaba Ramón Tejuales Martinez y ella Alicia Ferrandiz Guasp, tuvo que salir adelante sola. Deslomarse para poder mantener a su hija. Y ésta, no podia más que sentir la ausencia de su padre y tratar de que le dedicase la misma atención. Una noche de las que casualmente Ramón estaba en casa después de  una de sus muchas desapariciones, decidió darle una sorpresa. Llevó la guitarra nueva de su padre a su cuarto. Cenando en silencio y con regocijo escribiendo una canción para él. El lápiz cayó. Ella se inclino para cogerlo y perdió el equilibrio. Sonido estrepitoso y guitarra rota.  Ramón gritó, reprochó, dijo de todo.Y se fue.

En la parada de bus su móvil sonaba y sonaba y el no lo cogía. Al segundo día no tuvo más remedio que contestar y al contestar, no tuvo más remedio que volver.

  Cuando le mostraron el cadaver de su hija, sin camuflar apenas los cortes de las muñecas y ni una sola cicatriz, tan solo pudo sentir odio. Odio por si mismo, repugna e impotencia. Lo mismo que cuando vio el cadáver de su mujer a la par, que tras ver a su hija muerta entre sus brazos no pudo otra cosa que hacer lo mismo , pues su razon de vivir se había ido.

Había elegido ser tanatopractor a sus 29 años. Trataba de camuflar la muerte de alguna forma a las familias. Y entro en un pozo de condena y poco cuidado. Le descubrieron una enfermedad terminal de la cual se negó a tratar.  Ahora a sus 67 años, a punto de jubilarse y sabiendo que de morir nadie escribiría unas últimas palabras, las escribía él.Y al final vino la inspiración y aquello que debía ser pronunciado el lecho de su muerte:

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Do-do-re-do-re-mi-fa-sol-sol-mi-sol-sol-la-la-sol-fa-mi-mi-mi-re-mi-fa-si`-do-la-si-do-re-la-si-re-la-do.

Por María Tejuales Ferrandiz.  "






sábado, 19 de abril de 2014

Pensando...




Seguro que todos hemos deseado en algún momento volver  a ser infantes, y si no es asi, en algún momento del futuro probablemente lo desearemos. La cuestión es por qué. Mayoritariamente queremos retroceder en el tiempo porque el presente nos supera de alguna forma, no queremos afrontarlo o no somos capaces de encontrar de manera tan sencilla aquello que nos hacía felices. Pero sinceramente : ¿Cuando entonces eramos niños  los problemas de aquella época no nos superaban? O ¿Es que el llanto desconsolado por no querer dormir solo, ante la oscuridad y acudir a papá y mamá se ha borrado de la memoria? ¿Acaso no aprendimos a solucionar los problemas yendo de la mano del tiempo y de la vida y su pasar?

Es eso, aprendimos. Pero aprendimos con ojos curiosos, con la sorpresa del descubrimiento, con la expectación. Con la capacidad de sonreir sin motivo, solo por sonreir, de tal forma que el sonreir era el rostro habitual con el cual enfrentar al mundo. En el presente por el contrario,  la actual  máscara - que si bien  aún se encuentra en parte expectante- no espera las mismas cosas y tan solo muestra un rostro liso, sin curva en los labios que  deje traslucir la verdad de las emociones. Esta máscara esta predispuesta a sentirse agobiada por buscar soluciones a problemas que aún no existen, a sentir el temor por su posible existencia o a irremediablemente darse cuenta de que no tiene sentido tal vez llevarla puesta pero desconoce u olvidó otra forma de mostrar su rostro al mundo. Porque mientras buscábamos nuestro lugar en este, maquillándonos tratando de tal forma ocultar aquello que no queríamos que el mundo viese, pensando en que seríamos juzgados, no aceptados, vistos como locos, cuestionados, aquello que  perdíamos era la capacidad de saber hablar. Y empezamos a acortar las cosas, a confundir los conceptos y llamar "problema" a una simple "enseñanza" o situación. Como la lección que nos enseñó que el fuego quema o que las rosas tienen espinas, o que a veces vale la pena unos arañazos en la rodilla si eso significa pasar una tarde con amigos jugando sin parar, de risas y pelotas y barro.

Al fin al cabo, la vida es tan solo una. Una sola profesora con tantos alumnos. Con muchas lecciones pero que en verdad no son tantas como creemos, al fin y al cabo lo que ocurre es que nos enseña lo mismo de tantas formas distintas que nos confunde. Creemos que la lección de la rosa, del fuego o de la rodilla no tienen nada que ver con el presente, cuan equivicados y perdidos y repito, confundidos estamos. Las lecciones son correctas lo que sucede es que aprendemos cosas que no se nos enseñan.

Despues de ver la gota de sangre tras haber cogido precipitadamente una rosa sin fijarnos, aprendimos a ser observadores, pero lo confundimos con ser cauto y la cadena de teléfono roto fue malogrando la palabra de forma que  de la ensanza nos quedamos tan solo con la cautela, con el juzgar, con el evitar, con que "no agarres una rosa que pincha" , en vez de observar. Y es muy importante observar todo tipo de situación. De la lección del fuego olvidamos el actuar, ser resolutivos y practicos y de el arañazo de la rodilla, que los sacrificios son actos que uno decide hacer por algo que merece la pena porque darán alegría o recompensa , y no actos impuestos que causan simplemente pena.

Si. Queremos volver a ser niños sabiendo todo eso. Como un alumno de bachillerato desea volver a la primaria porque solo se hacen sumas y restas pero solo porque el ya sabe sumar y restar. Dudo que queramos volver atrás desaprendiendo todo lo aprendido. Que situación tan idílica entonces, sería casi como nacer ya aprendidos. Pero más dificil que retroceder en el tiempo es darse cuenta que de lo que se trata es de ser niños de nuevo pero en el presente.

Alejandra Meza.